miércoles, 16 de junio de 2010

6 de junio: El vuelo

Puedo decir que el 6 de junio fue mi primer vuelo oficial en avión, aunque ya contaba con una experiencia en un Hércules de las FF.AA. Estaba un poco asustado y para peor arrancaba con 48 horas de viaje, 4 vuelos y sus respectivas escalas.
No terminaba de pensar en las lágrimas de mis padres y las caras de felicidad de los que me fueron a despedir al aeropuerto cuando despego mi avión. El vuelo fue muy corto y yo estaba muy tenso, sin mucha reacción, apenas puede asomarme por la ventana ya llegando a Bs. As. Un par de horas de espera en el aeropuerto porteño y otra vez al aire. Ya más canchero, más suelto. Me toco compartir el vuelo con una señora Italiana, de unos setenta y tantos años. Esta vez disfruté más el vuelo, el despegue fue estupendo, la ciudad se estaba encendiendo y desde el cielo se veía increíble. Para la cena había 2 opciones, aunque de una nunca me enteré ya que, para ese entonces amiga tana, no me dio opción y pidió PASTAAA para los 2.
Una vez en Nueva York tenía 11 horas de espera y mapa en mano e indicaciones claras, salí por unas compras. Estaba seguro que perderme seria inevitable y muy divertido (nada más ideal para conocer una ciudad que perderse en ella), por eso no cumplí con la rutina marcada. Me comunique como pude y luego de despachar mi equipaje marche rumbo al AIR TRAIN para luego bajar al subte que me llevaría a la ciudad de Manhattan. Bajé bastante lejos de mi destino final pero la caminata fue muy disfrutable, edificios altos, autos carísimos, una ciudad muy bonita a la cual volveré para seguir perdiéndome. Hechas las compras, justo frente a mi un as de luz bajaba del cielo e iluminaba una escalera que descendía como hacia el subte con un claro cartel que decía línea E. No pude disimular mi sonrisa: directo al aeropuerto.
En el tercer vuelo ya me solté, mire una peli, dormí, me levante al baño y hasta elegí la cena: Lasaña! Llegue a Francia y como pude descubrí dónde tenía que tomar el siguiente vuelo, por suerte en la ventanilla me toco un chico muy amable que al leer mi pasaporte y reconocer el nombre de mi paisito me dijo: “futbol match on Friday!”. Eso me bastó para sentirme bien recibido también en Francia. Abordé mi ultimo vuelo, inflado en confianza creyéndome dueño del aire, le pregunte al piloto sino prefería que condujera yo. Ya las caras con las que compartía el vuelo habían cambiado radicalmente, turbantes, barbas, olores típicos, me decían que finalmente estaba arribando a mi destino. Volamos contra el reloj, atardeció rapidísimo y perdimos como 6 horas en el aire. La bajada sobre las 22.30 en Delhi también fue lindísima, una ciudad tan mística como increíble parecía estar esperándome…

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